Laurent Voulzy: el soñador de melodías infinitas

 


En las calles vibrantes del 18ᵉ arrondissement de París, allá por los años cincuenta, la vida bullía entre los cafés, los mercados y los sonidos de una Francia en plena reconstrucción. Fue en ese contexto, el 18 de diciembre de 1948, que nació Lucien Voulzy, hijo de madre guadalupeña y padre martiniqués. Creció en el cruce invisible entre dos mundos: el del Caribe, con su música colorida, y el de la chanson française, esa forma de arte que transforma la melancolía en poesía.

Pero antes de convertirse en Laurent Voulzy, el soñador de melodías suaves y atmósferas pop-psicodélicas, fue simplemente un niño fascinado por los Beatles. Aquellas armonías británicas se convirtieron en su brújula. Su primera guitarra llegó como una revelación, y desde entonces, la música fue su lengua madre.

Los años 70 lo vieron buscar su lugar en la escena musical, tocando en bandas menores, experimentando, pero sin alcanzar aún ese sonido que lo definiría. Fue su encuentro con Alain Souchon lo que cambió todo. La complicidad fue inmediata: Souchon, el poeta algo cínico, y Voulzy, el melódico perfeccionista, formaron uno de los dúos creativos más fructíferos de la música francesa. Juntos, escribieron canciones que se volvieron clásicos, aunque en muchos casos era Voulzy quien prefería quedarse