En el amplio mapa de la música contemporánea, pocos artistas han logrado tender puentes tan sólidos entre el pop, el rock y el blues como John Mayer. Con su estilo de guitarrista virtuoso y su habilidad para componer baladas memorables, Mayer ha sabido conquistar tanto al gran público como a los críticos más exigentes.
Nacido el 16 de octubre de 1977 en Bridgeport, Connecticut, Mayer creció en Fairfield, donde muy temprano descubrió su fascinación por la guitarra. Su vida cambió al escuchar a Stevie Ray Vaughan: esa chispa lo llevó a obsesionarse con el instrumento, practicando horas interminables hasta dominar el lenguaje del blues. Tras una breve estancia en el Berklee College of Music en Boston, se mudó a Atlanta, donde comenzó a tocar en pequeños clubes, puliendo un estilo propio que fusionaba la técnica depurada con la sensibilidad pop.
El primer gran paso llegó con Room for Squares (2001), un disco debut que sorprendió a la industria. Canciones como “No Such Thing” y, sobre todo, “Your Body Is a Wonderland” lo catapultaron a la fama mundial. Mayer se convirtió en el nuevo rostro del pop-rock, con un talento que desbordaba las fórmulas radiales. Su segundo álbum, Heavier Things (2003), confirmó la promesa con sencillos como “Daughters”, que le otorgó su primer Grammy.
Pero Mayer no se conformó con el papel de cantautor romántico. En 2005 formó la John Mayer Trio, junto al legendario bajista Pino Palladino y el baterista Steve Jordan, un proyecto que mostró su lado más crudo y apasionado por el blues. Con discos como Continuum (2006), considerado su obra maestra, alcanzó un equilibrio perfecto entre el virtuosismo de guitarrista y la sensibilidad lírica. “Gravity” y “Slow Dancing in a Burning Room” se convirtieron en clásicos instantáneos.
La década siguiente estuvo marcada por una evolución constante. Tras problemas de salud en sus cuerdas vocales, Mayer se reinventó con trabajos de tonos más folk y country, como Born and Raised (2012) y Paradise Valley (2013). Su versatilidad quedó nuevamente demostrada con The Search for Everything (2017), un álbum que combinó todas sus facetas.
En los últimos años, John Mayer sorprendió con Sob Rock (2021), un homenaje nostálgico a los sonidos suaves y melódicos de los años ochenta, lleno de ironía y maestría musical. Al mismo tiempo, su rol como miembro de la banda Dead & Company, heredera de la tradición de los Grateful Dead, lo consolidó como un guitarrista de culto en escenarios multitudinarios.
Más allá de sus éxitos y controversias personales, John Mayer se ha ganado un lugar único en la música actual. Es un artista que se mueve con naturalidad entre la radio comercial y los escenarios más exigentes del blues y el rock. En cada acorde, en cada solo improvisado, late la convicción de un músico que nunca ha dejado de buscar nuevas formas de expresarse.
Hoy, Mayer no solo es un ídolo pop, sino también uno de los guitarristas más influyentes de su generación. Su legado no se mide únicamente en premios ni en discos vendidos, sino en la forma en que ha logrado que miles de jóvenes tomen una guitarra y descubran, a través de sus canciones, que la música puede ser tan íntima como universal.