En un mundo convulsionado por la lucha por los derechos civiles, la Guerra de Vietnam y los cambios sociales de los años 60 y 70, la música de Roberta Flack llegó como un susurro irresistible: íntimo, intenso, sanador. Su voz aterciopelada y su impecable formación musical le permitieron cruzar las fronteras del soul, el jazz y el pop para entregarle al público clásicos imperecederos.
Nacida en Black Mountain, Carolina del Norte, el 10 de febrero de 1937, Roberta Cleopatra Flack creció en un hogar humilde pero lleno de música. Su madre dirigía el coro de la iglesia y el piano se convirtió pronto en su confidente y aliado. A los 15 años ganó una beca para estudiar música clásica en la Universidad Howard, un logro excepcional para una joven mujer negra en la segregada América de los años 50.
Su carrera como concertista de piano parecía estar encaminada hasta que el destino, y su propia curiosidad, la empujaron hacia el canto popular. Comenzó a trabajar en clubes nocturnos de Washington D.C., construyendo con paciencia un repertorio que combinaba el gospel, el blues y el folk. Fue allí donde la descubrió el legendario pianista Les McCann, quien la ayudó a firmar su primer contrato discográfico con Atlantic Records.
El éxito llegó de forma explosiva en 1972 con la grabación de “The First Time Ever I Saw Your Face”, un tema que Clint Eastwood eligió para la banda sonora de su película Play Misty for Me. La canción escaló al número uno de las listas y ganó el Grammy a la Grabación del Año, consolidando a Flack como la artista revelación de la música soul.
Pero sería su siguiente gran éxito el que la convertiría en leyenda: “Killing Me Softly with His Song” (1973). Interpretada con una sinceridad desnuda y un fraseo exquisito, la canción le valió su segundo Grammy consecutivo como Grabación del Año y cimentó su lugar en la historia. Décadas más tarde, la canción sería redescubierta por nuevas generaciones gracias al famoso cover de The Fugees, demostrando su carácter eterno.
Más allá de sus hits, Roberta Flack fue una artista comprometida con la excelencia y la dignidad. Su colaboración con Donny Hathaway regaló clásicos como “Where Is the Love” y “The Closer I Get to You”, mostrando la química perfecta entre dos voces privilegiadas. Su carrera se prolongó durante décadas, con incursiones en el pop contemporáneo y el jazz, siempre fiel a una ética de calidad y emoción verdadera.
En los últimos años, Flack vivió alejada de los escenarios debido a problemas de salud, incluyendo un diagnóstico de esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Sin embargo, su legado se mantuvo intacto: una discografía llena de belleza, una influencia palpable en artistas de todos los géneros, y una vida dedicada a hacer del mundo un lugar más sensible.
El 24 de febrero de 2025, Roberta Flack falleció a los 88 años. La noticia conmovió a la industria musical y a millones de fanáticos en todo el planeta. Fue un adiós anunciado, pero no menos doloroso: la partida de una de las voces más elegantes y conmovedoras del siglo XX.
Hoy, al recordar a Roberta Flack, evocamos algo más que canciones románticas. Evocamos la capacidad del arte para acariciar el alma, para unirnos en nuestra vulnerabilidad y para recordarnos que incluso en tiempos difíciles hay espacio para la ternura.
Su voz permanece, flotando en el aire como un susurro inmortal, repitiéndonos, una y otra vez, que hay belleza en el amor y poder en la suavidad.