En 2025, cuando muchos artistas de su generación viven retirados o descansan sobre los laureles del pasado, Billy Joel decidió mirar atrás… pero con los ojos bien abiertos. El estreno mundial del documental “And So It Goes”, presentado en el Festival de Tribeca este mes, no es solo un recorrido por la vida y obra del “Piano Man”. Es una confesión visual, una elegía filmada que revela al hombre detrás del mito, el músico detrás del fenómeno, el ser humano detrás del piano.
Dirigido por Alex Gibney —el mismo de Going Clear y The Inventor—, el documental explora más de cinco décadas de carrera a través de un prisma inusual: la canción And So It Goes (1989), que da título al film. Esa balada melancólica, escrita durante una relación con Elle Macpherson y guardada durante años como un secreto personal, se convierte aquí en hilo conductor de un relato profundamente íntimo.
La película intercala imágenes de archivo nunca vistas, fragmentos de diarios personales, sesiones en estudio, presentaciones en el Madison Square Garden y entrevistas exclusivas con figuras como Christie Brinkley, Paul McCartney, Elton John y incluso su propia hija, Alexa Ray Joel. Pero la verdadera voz que guía este viaje es la del propio Billy, en un tono reflexivo, por momentos quebrado, siempre honesto.
“Me costó más enfrentarme a esta cámara que a cualquier escenario”, confiesa Joel en uno de los pasajes. “Durante años toqué canciones que la gente cantaba en bares. Pero esta… esta era solo para mí”.
El documental no elude los momentos oscuros: los fracasos matrimoniales, las batallas legales, los problemas de salud y los períodos de silencio creativo. Pero lo que distingue a “And So It Goes” es que no busca redimir ni justificar. Solo mostrar. Mostrar a un hombre que sobrevivió a la fama, que reinventó su arte sin perder su raíz, y que aprendió que algunas canciones solo cobran sentido cuando uno las canta mirando hacia atrás.
La crítica lo ha recibido como uno de los más valientes retratos musicales de los últimos años. No es una celebración de Billy Joel como leyenda; es un intento de comprenderlo como ser humano. Como alguien que, al final del día, también tiene miedo de abrir su corazón... pero lo hace, porque sabe que esa es la única manera de que las canciones verdaderas nazcan.
En palabras de Gibney: “Si Piano Man fue el himno de una generación, And So It Goes es su testamento emocional. Y este documental es el reflejo visual de esa herida que, con los años, se transformó en arte”.
Una obra imprescindible para los fans, pero también para quienes buscan entender el costo y la belleza de ser artista. Porque como dice la canción: “Y así continúa… hasta que el corazón ya no puede más”.